Estás aquí:
Carta: de muerte a vida - Nova Andaina
Imagen de Joe en Pixabay

Día 31 de marzo de 2020, 16 días confinada.

Este podría ser el comienzo de una crónica, del prólogo escrito para una película de acción o de la crónica de una muerte anunciada.

Vamos a detenernos aquí: “Crónica de una muerte anunciada”; voy a utilizar este título de la novela de García Márquez para hablarte de la VIDA.

Todos sabemos que un día no estaremos, todos asumimos la muerte como parte de la vida, esta concepción de la muerte nos mantiene alerta cada día y nos pasamos las horas luchando contra el reloj desde que nacemos. Es algo que hemos asimilado, nacemos preparados para ello.

De repente un día te encuentras con algo que no conoces, que nadie ha vivido, que nadie sabe como combatir pero esto golpea fuertemente nuestro reloj biológico y lo acelera… lo acelera mucho, digamos que está pisando a fondo el acelerador.

Ante esta situación podemos hacer dos cosas: entregarnos o luchar por frenar el reloj, por adueñarnos del tiempo. Vamos a adueñarnos del tiempo para disfrutarlo.

Si estás hospitalizado no te aflijas, yo te doy la enhorabuena por que has elegido luchar. No te has entregado, aunque estés pasándolo mal, no te has entregado. Enhorabuena, eres un héroe sin capa, pero … ¿sabes qué? Las capas están tan pasadas de moda, que mejor vestir así, de normal.

Puedes pensar, yo no soy ese, soy un pringado que se ha enfermado y estoy bien jorobado aquí en el hospital y encima estoy solo y no puedo hacer lo que me gusta hacer.

Puedes pensar lo que quieras, pero yo soy muy partidaria de poner en valor lo que tienes y de que no pierdas el tiempo en llorar por lo que ahora no tienes.

Lo primero que debes de saber es que no estás sólo, aunque tú te sientas así, no lo estás. A tu lado luchan contigo los que no te conocen, tu familia, tus amigos, la gente que te conoce y la gente que todavía no tenemos el placer de conocerte.

Luchan por ti los médicos, las enfermeras, la señora que limpia tu habitación, el técnico del ascensor, los ATS, el celador que te mueve de un lado a otro, el cocinero que cocina para ti (aunque la comida del hospital sea aburrida, insípida y repetitiva). Luchan los camioneros que transportan los medicamentos, las sábanas de tu cama para llevarlas a desinfectar…. Luchan desde fuera los periodistas que dan nombre a tu situación, lucha por ti esa mujer de fe que de rodillas en lo oscuro de su habitación ora por ti, sin ni tan siquiera saber si tú crees en lo mismo que cree ella. Y es que son mucha las batallas que se ganan poniéndose de rodillas.

Sí, de rodillas. De rodillas estás luchando contra este bicho de mierda que ha intentando apoderarse de tu tranquilidad. No te preocupes porque hoy te digo que: Todo lo humilde TRIUNFA.

Así qué si estás de rodillas, ole por ti, porque este mundo no es de los que no se caen nunca, de los que caminan siempre erguidos y victoriosos, es de los que se caen muchas veces, pero siempre, siempre, siempre, sie… Acaban poniéndose en pie, una y mil veces. Enhorabuena, colega, hoy te vas a volver a levantar.

Hoy vas a sacudirte la pena, el desánimo, la enfermedad, vas a respirar hondo y no te va a doler.

Sacude el polvo de tus sandalias, porque vas a salir de ese hospital para apoderarte de tu vida otra vez y saliendo dirás “¿Quén dixo medo? Vamos a por outra!!!”

Vamos a por la oportunidad nueva de una nueva vida. El derrotado se ha muerto, se quedó entre las sábanas manchadas del hospital y hoy soy un vencedor, y voy a por mi pedacito de gloria. Hay que morir para volver a empezar. ¿Ves cómo la muerte es parte de la vida?

Hoy es el primer día del resto de tus días. Unos días maravillosos que van a formar parte de un futuro mejor, en el que serás más consciente y que te van a dar la oportunidad de dejar atrás este capítulo con una enseñanza nueva: “Aprovecha bien cada día, porque nunca sabes qué golpe volverá a acelerar tu reloj biológico.”

Levántate por ti, por los tuyos y por aquellos que no conoces pero que quieren formar parte de tu vida, una nueva vida plena y en abundancia.

Dende Vilalba, unha aperta. Moita forza e bo camiño!!!

Marta Casás Sardiña