No puedes salir, estás confinado entre esas grises paredes del hospital, parece que todo se ha puesto en tu contra…De esta manera no podré conseguir lo que quiero, me esfuerzo, me cuido, hago lo que me dicen pero no veo el final de esto… No soy capaz de que mi vida de fruto!!!
Si te encuentras en el hospital fácilmente estas ideas rondarán tu cabeza. Cuando te pones negativo ya no hay forma de salir de esos pensamientos por mucho que yo vaya a decirte así que mejor cambiamos de tema, ¿te parece?: ¿Conoces la historia del bambú? Te la voy a contar, no tenemos nada mejor que hacer, no?
Un día dos agricultores iban caminando por un mercado, buscaban qué plantar que fuese rentable y diese buenos frutos que les permitiesen obtener unos buenos ingresos para su plantación.
Se pararon ante el puesto de un vendedor de semillas al ver unas que nunca antes habían visto y le preguntaron al vendedor qué semillas eran aquellas. El vendedor, tirando de filosofía les dijo que eran semillas de bambú, unas semillas muy especiales que vienen del lejano Oriente, son muy fáciles de cuidar: sólo necesitan agua y abono para crecer.
Ante la facilidad de los cuidados y creyendo que harían un gran negocio, los dos agricultores se llevaron las semillas de Bambú, las plantaron, regaron y abonaron siguiendo estrictamente las instrucciones del vendedor del mercado.
Tras un tiempo, los resultados no eran los esperados, las semillas apenas crecían y uno de los agricultores se dirigió al otro:
“¡Ese tipo nos ha engañado, esto no crece, así que no seguiré regándolas ni abonándolas!”.
Pero el otro agricultor pensó que no tenía nada que perder, de manera que decidió manteniendo las semillas algo más de tiempo. El tiempo pasaba y aquello seguía sin dar sus frutos.
El agricultor iba a de tirar la toalla y dejar de cultivarlas, así que dejó de frecuentar al terreno donde las había plantado.
Un día se levantó muy temprano y fue a su finca para ver cómo estaban las semillas y se sorprendió al encontrarse que el bambú había crecido alcanzando una altura de 30 metros en tan solo 6 semanas.
El bambú no crece rápidamente por mucho que se le riegue y se le abone, es más, no sale a la superficie durante los primeros siete años. A cualquiera haría pensar que la semilla no es fértil, pero nada más lejos de la realidad, tras siete años el Bambú empieza a crecer con fuerza hasta alcanzar los treinta metros de altura en solo seis semanas.
Esto es debido a que el bambú durante los primeros siete años se dedica únicamente a fortalecer y desarrollar sus profundas raíces, y tras esos años es cuando empieza a crecer realmente. Si en los siete años no se le cuida y mima, no se le riega y abona cada día, jamás crecerá y terminará el bambú muriendo.
La vida es como el bambú. Las cosas no producen sus frutos de un día para otro. Necesitan de paciencia, perseverancia, de realizar todos y cada uno de los días pequeñas acciones, que mañana terminarán por dar sus frutos.
Así pues, si todavía no has logrado lo que deseas pese al esfuerzo que estás haciendo, no te desesperes, seguramente estés echando raíces…
Un beso enorme y mucha fuerza.
Marta Casás Sardiña
Vilalba, a 1 de abril de 2020