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Carta de Chuppy: para ti, Gloria

Para ti, Gloria - Nova Andaina - Marta Casás
Imagen de Myriams-Fotos en Pixabay

Para un ángel… para ti, Gloria.

El cinco de marzo del 2016 cambió mi vida, fui hospitalizado en el Hospital Universitario Lucus Augusti de Lugo, desde ese día mi casa.

Qué sorpresas te da la vida, yo que siempre había huido de los hospitales ahora acababa de ingresar en uno e iba para largo; para tan largo que se convirtió en mi hogar.

Días después, tras un desalentador diagnóstico, cogí a mi compañera de viaje – la silla de ruedas – y me dirigí a las escaleras mecánicas de la cuarta planta para quitarme la vida. Había tomado la firme decisión de terminar con tanto sufrimiento y dolor. Algo me detuvo, todavía no puedo verbalizar qué fue lo que me paró, pero me paré en seco y con la mirada perdida volví a mi habitación 423 de cirugía vascular. En mi mente sólo pensaba que mañana me bajan a quirófano, van a amputarme otra vez.

El tiempo pasó muy rápido, no puedo recordar si dormí bien o mal, si tenía hambre o sed pero ya estaba en el quirófano. Llegó la hora y el anestesista se acercó y me dijo:

“Tranquilo, cuando te des cuenta estarás de vuelta en la habitación”.

Comenzaba así una larga relación con el equipo humano del HULA, que llega hasta hoy.

El dolor era insoportable, antes de que me anestesiasen, alguien me coge de la mano y me dice:
“¿Tienes mucho dolor?”. Yo incrédulo y sin poder ver quién me hablaba, le contesté que sí, que tenía un dolor inmenso.

En ese instante, me levantó y me acompañó al Calvario, allí supe con quién estaba hablando. Era Jesús de Nazaret, el mismo Cristo estaba conmigo… lo estaban destrozando de tantas formas distintas, apedreándole, escupiéndole, insultándolo y burlándose de él; con una cruz tan grande en sus espaldas que a penas podía moverse.

Entonces se volvió y me dijo:

–”¿Sigues teniendo dolor?”

Yo le contesté, “NO… No tengo dolor”. Fue tan duro lo que sentí a su lado que cambió mi vida para siempre. Él me preguntó:

“¿Y ahora qué harás?”. Yo sin dudarlo ni un instante le contesté: “Caminaré a tu lado hasta que me lleves contigo”.

En aquel momento me dejó un mensaje que tardé tiempo en entender:

“Hazlo todo con amor”.

Cuando abrí los ojos ya estaba en la unidad de Despertar.

Lo primero que supe cuando me desperté fue quién me paró cuando me dirigía a las escaleras mecánicas.

Cuando conoces a Dios todo cambia en tu vida. Tenía sed de conocerlo más y pedí una Biblia, me la trajo mi amigo y pastor Miguel Toledo… me pasaba el día entero leyendo el evangelio de Juan y volviendo a leer el salmo 23.

Un día de muchos, le pregunté a Dios qué quería realmente de mi y él me contestó:
–»Te quiero aquí, en el Hospital.”

Por el camino de mis 17 operaciones, me enseñó cómo pone sus manos sobre las manos de los cirujanos para operar, cómo nos cuida a todos en el hospital, cómo pone una sonrisa en el corazón de cada enfermera, de cada médico, de cada celador, de todos y cada uno de los auxiliares, de las limpiadoras, del personal de la cocina… todos forman parte de su plan perfecto: cuidarnos y restaurarnos en cuerpo, alma y espíritu. Así es como Dios teje un perfecto jersey para cada uno de nosotros.

En un homenaje a todos ellos, y pidiendo disculpas de antemano a todos los demás, voy a centrarme en mi casa: la unidad de cirugía vascular. Absolutamente a todos, del primero al último os doy las gracias, gracias y gracias otra vez.

Tomar decisiones como amputar un pie, decírtelo a ti y a tu familia… esas enfermeras haciéndote las dolorosas curas siempre con una sonrisa en su cara, sacándole hierro al problema, haciéndote reír cuando sólo quieres llorar… eso no puede describirse ni agradecerse, simplemente es un milagro. Son ángeles y aunque a ellas no les guste reconocerlo su misión es tan vital como la de los cirujanos.

¿Os vais dando cuenta cómo Dios habita en el Hospital? ¿O vais a decirme que ninguno de vosotros cómo enfermos o acompañantes, creyentes o no creyentes, no habéis mirado al cielo en algún momento?

El día ocho de noviembre del 2018 conocí a otro ángel, me citaron en la unidad de Humanización del HULA, allí estaba Gloria Enríquez con una gran sonrisa, esperándome.

Pensé… ¿Humanización? ¿De qué se encargarán en Humanización? Pues ni más ni menos que en dar valor humano a las cosas que suceden en el hospital. Ese es el trabajo de mi amiga Gloria.

Gloria está cumpliendo un sueño y yo otro. Fui a pedirle el auditorio del Hospital para dar un concierto de agradecimiento a todos los profesionales que nos cuidan y nos curan allí, a mi familia, a mis amigos, a mi iglesia Buenas Noticias de Lugo y a mi público, que después de más de cuarenta años cantando, me sigue aplaudiendo… Y Gloria me dijo que sí.

Alguien me contó alguna vez, las cosas no sólo hay que hacerlas sino saber hacerlas, ese SÍ de Gloria estuvo muy bien hecho. No sólo me dijo que sí sino que salí con un carro de satisfacción en forma de voluntariado, colaboraciones musicales y teatrales para las salas de diálisis, oncología pediátrica, oncología general, cuidados paliativos… y como no, para mi casa: cirugía vascular.

El sueño de Gloria se alineaba con el mío pero lo más importante es que este era el plan que Dios me había revelado, estar en el Hospital ayudando a los demás. Ellos lo habían hecho por mi, yo tengo que hacerlo por ellos y para ellos.

Gloria y su gente tienen las llaves que abren las puertas de las habitaciones con más dolor y sufrimiento. Diez minutos de alegría en estas habitaciones bien valen una vida entera.

Ella pone cara, nombre y apellidos a cada una de las acciones que se realizan en el hospital. No son las enfermeras, es mi enfermera, no es la médico, es mi médico, no es la fregadora, es esa chica alegre que me da los buenos días por la mañana y que no sólo hace su trabajo, ellos me sirven.. ellos dignifican tanto y tanto su trabajo porque ellos están para ti cada día, cada noche, y cuando te vas de alta… siguen acompañándote para siempre.

Gracias. Ellos han humanizado el hospital, han borrado su frialdad para convertirlo en tu hogar.

¿Os dais cuenta cómo Dios utiliza a sus ángeles? Os digo, que Dios habita en todos y cada uno de los rincones de este hospital, en todos y cada uno de nosotros, aunque algunos lo nieguen, siempre ha sido así y así será hasta el fin de los tiempos.

La vida pasa demasiado rápido, debemos amarnos y cuidarnos los unos a los otros… los sueños se hacen realidad, no vivas soñando es hora de que vivas tus sueños.

A mi querido hospital, HULA… mi casa.

Jesús Fernández Álvarez
Chuppy. El cantante de la cuarta planta