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La fe ha venido y, esta vez, para quedarse

Era tarde cuando nos paramos para descansar en una hospedería de Covadonga. Nuestra cómoda habitación tenía balcón pero una densa niebla no nos permitía ver en la oscuridad.

A la mañana siguiente salió el sol y la niebla comenzó a desaparecer, mostrándonos lo que había estado lúgubremente escondido en la noche: el verde exuberante de una inmensa pradera en la que las ovejas pastaban con campanillas en sus cuellos que tintineaban rompiendo el silencio de una mañana casi perfecta, en el cielo unas grandes nubes blancas se dibujaban sobre el azul intenso.

A veces la vida puede enturbiarse por una densa niebla de desesperación, esta situación puede hacernos perder la esperanza; no vemos la luz y todo se sume en una profunda oscuridad. Pero así como la niebla huye ante la salida del sol, nuestra fe despeja la niebla de la duda.

En el pasaje bíblico de Hebreos 11 se define la fe como “ la certeza de lo que se espera, la convinción de lo que no se ve”. Aunque no vemos, la fe nos muestra su presencia, sabemos que está ahí, no podemos verlo pero sentimos su presencia.

Así mismo tú debes de tener la certeza de que vas a vencer la oscuridad de esta aburrida enfermedad que hoy te aleja del azul intenso del cielo, del verde exuberante de los prados y de los amorosos brazos de tu gente.

Sopla fuerte la fe y la esperanza en tu corazón y declaro firmemente que la felicidad llegará para quedarse en tu vida y esta vez tenemos la fe de que será para siempre.

Un bico grande dende Vilalba.

Marta Casás Sardiña