Tras un largo tiempo de pelear contra el desánimo y la depresión causado por la movilidad reducida, el dolor crónico y la ruina económica; Jesús me confesó que creía que su cuerpo se estaba cayendo a pedazos.
–“Siento que no tengo nada que ofrecer a nadie, no soy más que una carga para todo el mundo”.
Yo me acomodé en mi silla y le respondí:
–“Pues no estoy de acuerdo con lo que dices, ¿de dónde has sacado esas mentiras? Tú nos mantienes unidos, nos alegras el día con tus canciones, desde la silla de ruedas todavía me haces de pinche en la cocina, cuando no te marcas un guiso, ¿o me vas a decir que llevas tres años sin cocinar? ¿Verdad que no?
Me acompañas a la compra, vigilas a los niños, oras por mi, ¿de verdad te crees que todas estas cosas no son nada?”
Nada de lo que hacemos es en vano. ¿Quién marca lo que sirve y lo que no, lo que tiene valor y lo que no lo tiene? ¿Quien… Dios? Pues si es así, estoy segura de que estas cosas tendrán mucho valor para El.
Nuestro cuerpo puede ser débil ahora, pero resucitará en plenitud y para resucitar no hace falta morirse totalmente, en este caso NO. Cuando todo pase, cuando tu curación sea completa TÚ, que hoy estás postrado en la cama de un hospital, resucitarás a tu nueva vida, con secuelas o sin ellas, con unas nuevas circunstancias … pero que no necesariamente tienen que ser malas o peores que las que tenías antes de la enfermedad; simplemente serán diferentes y debemos de aprender a vivir de nuevo, conocer nuestras debilidades pero también nuestros puntos fuertes. Y en todo esto, nada es inútil, nada.
Si resulta que estás limitado físicamente o si no lo estás, una sonrisa, una palabra de ánimo pueden hablar a la vida de tu familia, de tus amigos o de cualquier persona que se cruce en tu camino. No hay tarea, no hay acto de fe ni de amor que sea inútil. Todo sirve, todo vale, todo es bueno y tú también lo eres.
No te maltrates, quiérete mucho. Para mi tu vida es importante, como la mía y como la de toda la humanidad.
Marta Casás Sardiña