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Tarde de cine y palomitas - Nova Andaina - Marta Casás
Imagen de Bruno /Germany en Pixabay

Hoy es el primer día tras el 8 de abril que me he decidido a vivir con esta pena que me ahoga. El 8 de abril enterré a la que fue en todos los sentidos la mujer más importante de mi vida, se llama Alicia y gran parte de lo que hoy soy, se lo debo a ella. Es mi abuela, y su vida fue para mi edificante y una lección de sabiduría en toda su extensión.

Fue tan grande que supo irse en silencio y ella que siempre se preocupó de no dar trabajo, no molestó ni el día de su muerte.

Después de dejarla en su última casa, me he quedado vacía, no hago pero sí padezco, su silla ocupa ahora el centro de una cocina desierta sin su cuerpo aunque cada uno de esos rincones sigue lleno de su espíritu noble y eterno… pero al fin entendí que poco me habría enseñado Alicia si me quedase llorando por los rincones así que, vamos a tratar aprender a vivir sin sus risas llenas de lágrimas, sus cabreos y sus consejos.

Sus resonjos y sus gracietas, el olor de sus tortillas y sus guisos…Creo que nadie que visitase su casa, la mia, la casa de todo el pueblo, podrá olvidar su comida siempre perfectamente sazonada y dispuesta para cualquiera que entrase por la puerta. Eso se lo ha llevado, y aunque todos somos unos cocinillas, ese arte se lo ha llevado a la tumba, eso y sus responsos…entre tantas cosas que ya no volverán.

Estos días así que estábamos en casa y teníamos poco que hacer o escasas ganas de hacer nada más que estar todos juntos, veíamos la tele y con unas estupendas torrijas o unas filloas que nadie hacía como ella, le sacábamos la punta a todo aquello… esas eran nuestras palomitas.

A Alicia le gustaban las películas que se entendían, que contaban algo, vamos lo que dieron en llamarse costumbristas… Y aunque la Lista de Schindler no estaba enmarcada en una de ellas, la vimos y cuando acabo me dijo… “¡ Pero esto fue verdad?!”

¿Tú has visto la Lista de Schindler?… sí, hombre, la de Spilberg que ganó siete estatuillas y se llevó el unánime reconocimiento de la crítica.
Qué no? Pues te la cuento!, como le hacía a Alicia. A veces ella se me despistaba y decía… ¡ non entendin ben! Y yo se lo contaba, porque además Alicia estaba prácticamente sorda, aunque como decíamos a veces … lo que no convenía, que bien lo oía.

La Lista de Schindler está basada en la vida y obra del empresario alemán Oskar Schindler, afiliado al partido nazi en 1939 y que acabó arruinado para salvar a todos los judíos que trabajaban para él.

Al principio Schindler era un empresario que sólo quería hacer crecer sus ingresos, y era partícipe aunque sólo fuese por omisión del grueso de la barbarie del Füher primero sobre la raza judía y más tarde sobre los esclavos, judíos en su mayoría.

Aprovechando la ocupación de Polonia, Schindler compró una decadente fábrica de menaje en Cracovia en la que llegaron a trabajar 1750 personas.

El contable de su fábrica era un honesto y sensato judío llamado Stern que se supo ganarse la confianza de su amo con buen hacer y su fidelidad. Stern insta a su jefe a que contrate mano de obra judía, ellos son más baratos y que los otros y además de este modo puede salvarles la vida teniéndolos bajo su protección.

Al principio, la motivación de Schindler fue económica pero terminó contratando judíos sólo para salvarlos. Cuando le hegemonía nazi ya daba sus últimos coletazos, Hittler mandó aniquilar a todos los judíos y esclavos y cerrar los campos de concentración. Fue entonces cuando Oskar tuvo que pagar grandes sobornos para conseguir quedarse con sus trabajadores… empezó así a hacer la Lista de Schindler, con 1200 nombres, salvó a familias enteras y en 1945 se quedó en la más absoluta de las ruinas.

Esta historia de Schindler es un regalo de humildad y solidaridad, relatando toda la excelencia ser humano, mientras nos da un paseo por la peor de las realidades y vergüenzas que asoló Europa en el siglo XX, en que llegó a contar en tiempos del gueto, con 42500 campos de concentración, donde entre 15 y 20 millones de personas murieron.

Visto desde la perspectiva actual, esto sólo son cifras, como hoy que encendemos la televisión y nos relatan la dureza de esta guerra de virus en cifras, deshumanizando el dolor… Dentro de no muchos años, estaremos listos para guionizar una película sobre esta peste que hoy nos ha tocado vivir.
Pero vamos a continuar hasta el final de la película, ¿ te parece?

El verdadero climax de la película se encierra en los últimos minutos de la misma:
Después de despedirse de todos sus judíos, tras la caída del imperio nazi, Oskar Schindler es agasajado con un anillo de oro. Su fiel amigo y criado Stern, el verdadero cerebro del milagro, le hace entrega de este anillo que fue fundido a partir de la dentadura extraída de un compatriota muerto y en el aro interior se grabó

“Quien salva una vida, salva un mundo entero”

Pero Oskar lejos de sentirse halagado, y después de haberse arruinado para salvar a todos los trabajadores que su dinero le permitió comprar, se sintió desdichado porque vio que el dinero no le servía y ya no le llenaba.

–“ Yo malgasté mucho dinero, no te imaginas cuanto… podría haber salvado a más personas, ¿por qué no lo hice?”. Esto le atormentaba.

Oskar Schindler era un nazi en la Alemania nazi, ¿de dónde sacó la fuerza y la inspiración para llevar este proyecto adelante?

Siendo un nazi quién le inspiró para poner a un judío al frente de sus finanzas … Pues del mismo sitio de donde la vas a sacar tú, del corazón; del amor por los demás y por ti mismo.
Muchas cosas se verán en su verdadera dimensión cuando esto termine, ¿cuántas veces desearás haber vivido y salvar una vida más ?

En 1945 Oskar Schindler salvó a 1200 judíos pero terminó en la ruina, emigró a Argentina y más tarde volvió a Alemania y aunque intentó emprender varios negocios, terminó viviendo del apoyo financiero de los llamados Judíos de Schindler, vamos de la caridad ofrecida por los herederos de los judíos que él salvó en 1945.

Estos días escuchamos que todo va a salir bien… saldrá o no, no lo sabemos, pero lo que está claro es que si usamos nuestra vida para salvar la de otros, algún día dentro de 30 años todavía podremos vivir de la caridad.

En el lugar en el que te encuentras, espacio y tiempo, pellízcate el corazón para dar gracias por las vidas salvadas, estás en el mejor sitio para hacerlo, no mires atrás… un día el sol calentará nuestros pies cansados pero podremos decir YO SALVÉ UNA VIDA, empieza por la tuya y continúa por todas las que están a tu alrededor, nunca olvides que “ Quien salva una vida, salva un mundo entero”.

Un beso desde este maravilloso rincón da Chaira.

Vilalba. a 21 de abril de 2020.

Día 36 de confinamiento, un día menos para la libertad.

Marta Casás Sardiña